sábado, 27 de febrero de 2010

DE QUE NADA SE SABE - Alfredo Noriega


Título: De que nada se sabe

Autor: Alfredo Noriega (Quito, Pichincha, 1962)

Año de publicación: 2002

Edición: Alfaguara, serie Roja, 2ª reimpresión

Páginas: 179, prólogo + preámbulo + 4 días + estudio de la obra

Múltiples personajes cargados con el peso de su propia cotidianidad confluyen sobre la mesa de una morgue, sitio en el que Arturo Fernández intenta reconstruir, ente partes policiales y meticulosos análisis de órganos, la ficción de vidas que jamás podrá tocar.
Una novela en la que resulta imposible eludir el agobio de la incertidumbre. Una obra en la que el lector transita por puentes trazados entre historias de aparente inconexión.
Alfredo Noriega, voz relevante de la literatura ecuatoriana contemporánea, nos ofrece una novela en la que recrea, con sútil maestría, las eternas contradicciones de la vida y la muerte, de la carne y el alma.

"De que nada se sabe", de Alfredo Noriega, nos coloca en el interior de la ciudad de Quito en el día de hoy. A través de los ojos de un forense vamos conociendo una historia de crímenes pasionales cruzados entre sí. Y la conoceremos gracias a quienes mejor nos la pueden contar: los muertos. En esta ciudad que cada mañana amanece bañada en sangre hay también un resquicio para el amor y para la compasión. Una mujer madura que se enamora de forma absurda de su casi desconocido bibliotecario. Un taxista que se desvive para ayudar y consolar a una pasajera a la que le han atropellado el hijo. Una pareja que consuma un amor a contracorriente y que paga por ello. Y un forense que se preocupa por las historias reales de sus muertos, más allá de lo que figura en la ficha policial.
Esta novela está construida de forma deliberada como un puzzle. Noriega mantiene una cierta continuidad temporal, pero da pequeños saltos sobre ella. A lo mejor no nos cuenta lo que le acontece a un personaje en el momento en que le corresponde sino un día después, cuando dicho personaje lo rememora. Esta me parece una manera inteligente de dar mayor complejidad a la trama sin hacer que el lector se pierda en rincones ciegos.
Por otro lado los personajes resultan complejos e interesantes, una buena muestra de los que da de sí el Ecuador del siglo XXI. Tanto los vivos como los muertos tienen algo nuevo que decir. Me gusta especialmente Hortensia Armendáriz, a la que el autor da un trato de preferencia pues, cuando no es ella misma la que habla, su hijo recupera sentencias que ella dice o que podría haber dicho. También se encuentra entre mis favoritos el taxista Campos, estereotipo de hombre honrado y de víctima propicia de las circunstancias.
Así pues, de esta novela me gusta la construcción, me gustan los personajes y me gusta la ambientación (aunque aún no lo he comentado el retrato que hace esta novela de Quito es uno de los más reconocibles que he tenido la oportunidad de leer). Y, sin embargo, si miran la nota que le he cascado a "De que nada se sabe" verán que es la más baja de los últimos meses.
¿Por qué?
Me toca ahora justificarme.
Esta es una novela que cuenta con las herramientas necesarias para ser una obra memorable. Ya he hablado del estilo y de los personajes. Pero me resulta fallida en lo más obvio. Me atrevería a decir que en lo más sencillo. La historia. Y eso es algo que me descoloca. Son cientos de miles las novelas que he leído que parten de una buena premisa, de una idea brillante, pero luego, por falta de pericia del autor y por no saber cómo jugar sus cartas, quedan reducidas a un quiero-y-no-puedo, a un mero entretenimiento cuando no, directamente, a literatura-basura. Pues esta novela de la que hoy estoy hablando es uno de los escasos ejemplos que he podido encontrar de la situación opuesta. Realmente la historia que nos presenta no vale nada, ni siquiera como telón de fondo para hablarnos de los personajes. Da la impresión de que el autor ha tomado una guía turística de la capital de Ecuador, un par de ejemplares del diario Extra (para los lectores no ecuatorianos este es un periódico muy amarillista que dedica sus páginas a relatar, con todo lujo de detalles, los crímenes más truculentos que suceden en el país y que presenta unas portadas muy gráficas a juego con su temática).
Aprovecho ahora para matizar mis palabras del resumen. Más arriba dije: "En esta ciudad que cada mañana amanece bañada en sangre..." Quiero que quede claro que no es esa una impresión que yo haya recibido al conocer la ciudad. Esta es la imagen que proyecta Noriega en estas páginas. En el Quito de "De que nada se sabe" la vida humana se vende muy barata. Es esta una tierra sin ley donde el hombre más honrado está condenado a muerte. Y el hombre más corrupto también. Y también los de enmedio, por supuesto. Es una novela muy pesimista que juzga y condena sin remedio a la sociedad que intenta representar.
Otro punto negativo que puedo señalar es la fijación que tiene el autor por situar exactamente dónde ocurre en el espacio cada muerte, cada encuentro, incluso la ruta detallada de cada fuga. Ciertamente no toma como referencia la ciudad entera porque ya sería muy caótico. Las fronteras de la ciudad las coloca entre Villa Flora y el parque de La Carolina, pero continuamente van desfilando nombres de calles y barrios. Para los lectores que no sean quiteños les va a costar situarse. Yo tuve que tener siempre a mano un callejero actualizado de la ciudad para localizar cada evento. Es verdad que esto no es imprescindible, que podemos seguir la historia sin saber que el Batán Alto se encuentra a escasas cuadras del colegio Benalcázar, pero, siendo así, sería de agradecer que Alfredo Noriega hubiera sido más genérico en sus descripciones.
Que no se me entienda mal. Esta no es una obra lamentable y si alguien desea leerla no le voy a aconsejar lo contrario (cosa que sí haría con "Las pequeñas estaturas"; es que tengo fijación por ese libro), pero me da mucha rabia porque el autor muestra capacidades narrativas muy altas pero las desperdicia por una trama inane. Ojala en los sucesivo sepa escoger con mayor tino su punto de partida.

Puntuación: 66/100

Posdata. El día 13 de marzo publicaré el análisis de "Sancho Panza en América", de Alfonso Barrera Valverde.

sábado, 13 de febrero de 2010

SÉ QUE VIENEN A MATARME - Alicia Yánez Cossío


Título: Sé que vienen a matarme

Autor: Alicia Yánez Cossío (Quito, Pichincha, 1928)

Año de publicación: 2001

Edición: Paradiso Editores, novena edición, octubre 2008

Páginas: 298

Alicia Yánez Cossío (Quito, Ecuador, 1928), está considerada de manera unánime como la más importante novelista ecuatoriana de todos los tiempos. Es autora de diez novelas: “Bruma, soroche y los tíos”, (1971), “Yo vendo unos ojos negros” (1979) –recientemente llevada a la televisión-, “Más allá de las islas” (1980), “La cofradía del mullo de la Virgen Piponal” (1985), “La casa del sano placer” (1989), “Aprendiendo a morir” (1997), “Y amarle pude” (2000), “Sé que vienen a matarme” (2001) y “Concierto de sombras” (2004). En 1996 su novela “El Cristo Feo” fue galardonada con el Premio Sor Juana Inés de la Cruz.
SÉ QUE VIENEN A MATARME
Desmitificadora y polémica es una magistral recreación de uno de los períodos más turbulentos de la historia republicana, dominado por la figura del dictador Gabriel García Moreno. Oculta en la penumbra de las habitaciones del Palacio de Gobierno, la mirada implacable del tirano aterroriza a todo un pueblo, imponiendo su voluntad omnímada. Mujeres, soldados, sacerdotes y políticos son parte de una historia de crueldad, intolerancia y lujuria. El núcleo de “Sé que vienen a matarme” es un hecho histórico: el asesinato de uno de los presidentes más controvertidos del Ecuador del siglo XIX.

Dos son los mandatarios de los que han dirigido el Ecuador en su época republicana que más son recordados hoy día (pido perdón a la memoria de Velasco Ibarra y de León Roldós). Sus nombres los encontramos en calles y plazas, en escuelas, parques y pueblos. Ambos marcaron la sociedad de su tiempo hasta el punto de poder asegurar que hubo un antes y un después de la presidencia de cada uno de ellos. Ambos protagonizaron violentas revoluciones, ambos murieron asesinados en Quito. Ambos fueron enemigos irreconciliables. Eloy Alfaro, liberal, fue elegido en el año 2005 como el ecuatoriano más importante de la historia. Gabriel García Moreno, conservador y protagonista de la obra que estoy comentando, fue propuesto por sus seguidores para su beatificación.

Tenía muchas ganas de leerme este libro, tantas como curiosidad sentía por el personaje de García Moreno. Actualmente es fácil encontrar su nombre por toda la toponimia del país, pero su recuerdo parece haber sido tachado, cosa que no ocurre con Alfaro. Con “Sé que vienen a matarme”, de Alicia Yánez Cossío, esta curiosidad ha sido satisfecha.
Mi primera impresión fue que en este libro me encontraría con la novelización de los últimos años de vida del dictador, algo así como lo que en su día ya hizo Gabriel García Márquez (el Gabriel García que sí debería subir a los altares) en “El general en su laberinto” con la figura de Simón Bolívar. En realidad “Sé que viene a matarme” es una biografía de Gabriel García Moreno, desde la llegada de su padre a las colonias hasta las consecuencias de su asesinato. No es una biografía académica, no es la que aprobaría un historiador sino la que elaboraría un novelista. Esto es, sin dejar de ser rigurosa en los hechos que expone, la autora dedica más tiempo y más recursos a profundizar en la psicología del personaje así como en la de la nación que a presentarnos datos fríos acompañados de cifras. El problema de este planteamiento es que el lector puede llegar a sentirse perdido en la línea temporal. Dos acontecimientos alejados por muchos años nos pueden parecer contemporáneos y viceversa (y la verdad es que ayuda muy poco la cronología insertada al final de la obra por ser muy escasa y parca en detalles).
Por otro lado Yánez Cossío no es imparcial respecto al protagonista. En muchas ocasiones emite juicios de valor que no le dejan muy bien parado, aunque , a decir verdad, habitualmente mantiene las distancias.
Asumiendo que la figura del dictador no ha sido desvirtuada en exceso en esta obra voy a animarme a juzgarle yo también.
Sin ser psicólogo considero que la personalidad de García moreno encaja perfectamente con los rasgos propios de un psicópata. Fue un tipo que no empatizaba con nadie. No tenía ningún tipo de escrúpulo a la hora de pasar a alguien por las armas, aunque ese alguien le hubiera salvado la vida previamente. Sus actos fueron realmente bárbaros, aunque él mismo fuera una persona muy culta y civilizada. Los años de su gobierno fueron un auténtico reino del terror, donde la dictadura de las buenas costumbres se convirtió en una auténtica tiranía. Las cárceles del estado se llenaron de ciudadanos que habían cometido faltas muy menores a la moralidad impuesta por el presidente, pero por ello mismo, imperdonables para el tirano. Eso sí, a pesar de su sed de sangre, fue un hombre razonablemente íntegro. Con su escalada hacia el poder no pretendía satisfacer sus bajas pasiones buscando simplemente enriquecerse a costilla del erario público (como han hecho tantos y tantos y tantos y tantos y tantos…) García Moreno realmente se consideraba un mesías (con cruz y todo) que venía a salvar a su país de los malos gobiernos y de la anarquía en la que se encontraba sumido. Por su puño muchos inocentes sufrieron y fueron perseguidos, pero también muchos inocentes salvaron sus vidas (me refiero a su gestión cuando se produjo el terremoto en Imbabura). Escribió su nombre con sangre en la historia patria, lo cual no es tan terrible cuando tantos otros lo escribieron con mierda (parecida opinión defendía Juan Montalvo quien, aunque fue acérrimo enemigo del tirano hasta el punto de considerarse responsable indirecto de su asesinato, en sus escritos le califica como un buen gobernante cuando lo pone al lado del infame Veintemilla).
Ya me he desahogado. Vuelvo a la novela.
Alicia Yánez Cossío, como se puede comprobar con todo lo que acabo de rajar, consigue convencer e imponer su visión del personaje. La obra funciona pero se queda el regusto de que hubiera funcionado mejor si la autora se hubiera animado y hubiera escrito una novela, la famosa novela del dictador hispanoamericana, aunque así hubiera abarcado un período más breve en la vida de Gabriel García moreno.
Quizás se pueda reprochar que los últimos capítulos son apresurados, como si la autora tuviera prisa en acabar. Mientras que la primera legislatura queda reflejada con mayor detalle, la segunda queda muy reducida (a pesar de que esta se prolongó durante más tiempo). Apenas se nos cuenta nada de esta, sólo los ánimos del pueblo, que esperaba con ansias en inminente tiranicidio.
Puntuación: 81/100
Posdata. Nos volveremos a encontrar dentro de catorce días con “De que nada se sabe”, de Alfredo Noriega.